El Monte
A uno y otro lado, todo el Torío es monte cerrado, viejo robledal autóctono, algún nuevo pinar y una notable densidad de vida salvaje que se refugia en este tupido tapete forestal. Ambos montes forman en cada caso un ancho corredor boscoso que permita la cómoda circulación de su fauna histórica entre la montaña y los mismos umbrales de la capital leonesa donde últimamente pueden avistarse corzos, jabalíes o lobos gracias a estas anchas autopistas de bosque. Es monte espontáneo en gran medida tras haberse abandonado sus aprovechamientos tradicionales y cortas de madera. Por sus viejos caminos carreteros abandonados y enmarañados se cuelan los curiosos de la botánica y los observadores de toda la vieja vida que bulle entre la fronda (arrendajos, becadas, perdices, liebres, zorros, avifauna rapaz y una larga suerte de especies animales hasta redondear una cifra de ciento cincuenta)